Aprobación de la Instrucción pastoral «Un Dios de vivos» La Asamblea Plenaria ha aprobado la instrucción pastoral Un Dios de vivos, sobre la fe en la resurrección, la esperanza cristiana ante la muerte y la celebración de las exequias. El documento señala la resurrección de Jesucristo como el acontecimiento central de toda la historia de la salvación de Dios con la humanidad y, por tanto, el hecho que esclarece su sentido. Si este mensaje es alterado o malinterpretado, se destruye la fe cristiana en Dios Padre de Jesucristo. En la perspectiva de la “jerarquía de verdades” no estamos ante una verdad secundaria: Si esta esperanza se oscureciera o se disipara, ya no podríamos llamarnos de verdad cristianos. El texto que será publicado próximamente recoge los retos pastorales y la situación actual en torno a la experiencia de la muerte y recoge la fe de la Iglesia en torno a la muerte, la resurrección y la vida eterna. El texto incide también en la importancia de acompañar en el momento de la muerte y en la celebración de las exequias cristianas.
Sobre la nueva ley de educación, la CEE publica la siguiente nota a la que ha puesto voz Mons. Argüello Antes de cualquier consideración queremos mostrar nuestro reconocimiento a todos los docentes que en este tiempo de pandemia están redoblando sus esfuerzos para seguir educando y formando a las nuevas generaciones. Es un trabajo silencioso, pero nos consta que se realiza con una dedicación personal y profesional que permite mantener la tarea escolar por encima de todo. Por ello, lamentamos en particular que se haya procedido a la tramitación de esta ley a pesar de las difíciles circunstancias causadas por la pandemia y con unos ritmos extremadamente acelerados. Ello ha impedido la participación adecuada de toda la comunidad educativa y de los diferentes sujetos sociales. Consideramos necesario insistir en que el verdadero sujeto de la educación es la sociedad, y, en primer lugar, las familias. No sería aceptable que el Estado pretendiera apropiarse de este protagonismo de la familia y de la sociedad -a cuyo servicio está llamado-, identificando el carácter público de la enseñanza con su dimensión organizativa de carácter estatal. No solo lo que es de titularidad estatal es público. Con el papa Francisco queremos recordar la urgencia de un Pacto Educativo Global, que el Gobierno ha aplaudido de manera informal, y que significa privilegiar el camino del diálogo, de la escucha y del acuerdo, de modo que las propias posiciones ideológicas (todas ellas “confesionales”) no se conviertan en criterio de exclusión. En palabras del presidente de la CEE al inicio de esta A. Plenaria: “sería conveniente que de este pacto educativo pudiera concretarse una ley sólida que no sea objeto de debate con cada cambio de color político en el Gobierno”. Tras el camino recorrido durante la tramitación de la ley, vemos necesario pedir que esta ofrezca una mayor protección del derecho a la educación y la libertad de enseñanza, tal como se explicitan en el art 27 de la Constitución y en su interpretación jurisprudencial. Nos preocupa que esta ley introduzca limitaciones a estos derechos y libertades y, en primer lugar, al ejercicio de la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos. Comprendemos y apoyamos los esfuerzos de las familias, plataformas y agentes sociales que en estos días se han movilizado en la defensa de estos derechos, y particularmente de los referidos a los alumnos con necesidades especiales. En este mismo sentido afirmamos, de nuevo, que la ley debería recoger la “demanda social” en todas las etapas del proceso educativo: libertad de creación de centros escolares, libertad de elección de centro y propuesta educativa, trato en igualdad de condiciones a los diversos tipos de centro, para lo cual es necesaria la gratuidad de la enseñanza sin discriminaciones. Lamentamos profundamente todos los obstáculos y trabas que se quieren imponer a la acción de las instituciones católicas concertadas. No es el momento de enfrentar entidades e instituciones educativas, sino de trabajar conjuntamente, en el espacio público, para ofrecer una educación adecuada a todos los niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país. En diálogo con el Ministerio, la CEE ha recordado que no puede excluirse del ámbito escolar la educación de la dimensión moral y religiosa de la persona, para que ésta pueda crecer como sujeto responsable y libre, abierto a la búsqueda de la verdad y comprometido con el bien común, recibiendo para ello una formación integral. Por eso, ha propuesto que la enseñanza religiosa escolar quede integrada en un área de conocimiento común para todos los alumnos, en un modo que no genere para nadie agravios comparativos. Y ha recordado que esta asignatura no debe ser considerada ajena al proceso educativo, sino que ha de ser comparable a otras asignaturas fundamentales. Lamentablemente la propuesta hecha por la CEE no ha recibido respuesta por parte del Ministerio. De hecho, el texto legislativo aprobado suprime el valor académico de la evaluación de la asignatura de Religión, y deja a los alumnos que no cursen esta asignatura sin una formación con contenido escolar. Queremos recordar que no es aceptable la descalificación de esta asignatura o del trabajo de sus profesores como adoctrinamiento. Al contrario, respeta el conjunto de exigencias propias de su presencia en el ámbito escolar, relativas a la metodología o al estatuto del profesorado. Es escogida con buenas razones por una mayoría de familias, y reconocida en su contribución a la educación integral de la persona y su compromiso en la sociedad. De hecho, está presente en la mayoría de los sistemas educativos europeos. La Iglesia ha desarrollado una gran tradición educativa, que ha sido y deseamos que siga siendo una riqueza de nuestra sociedad. Más allá del debate sobre una ley, es consciente de la necesidad de seguir defendiendo la inclusión escolar y educativa de la enseñanza religiosa escolar como integrante del ámbito de una necesaria educación moral. Y, como Pueblo de Dios, en todos sus miembros, seguirá trabajando para hacer posible el crecimiento, la libertad y la pluralidad de la propuesta educativa para servir así al bien de los alumnos, las familias y toda la sociedad.
EL DESAFÍO DE LA SOLEDAD Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Pamplona, hacen publica hoy, solemnidad de Todos los Santos, una Carta Pastoral con el título de “El desafío de la soledad”. Se suma esta reflexión a la Carta Pastoral publicada en mayo por los obispos de la Comunidad Autónoma del País Vasco y Navarra, bajo el título de “Bienaventuranzas en tiempos de pandemia” (Ante la crisis sanitaria, económica y social a causa de la COVID19).
Carta del Señor Obispo de Getafe CON LA CONFIANZA PUESTA EN DIOS: A propósito del Coronavirus Queridos hermanos y hermanas en el Señor: Estamos viviendo un tiempo de desconcierto ante la epidemia del llamado Coronavirus que ha llegado con fuerza hasta nosotros y está tocando a la puerta de algunas de nuestras casas dejando a su paso enfermedad y muerte. En este momento la Iglesia que camina en Getafe quiere estar muy cerca de los afectados por la enfermedad y de sus familias. Agradecemos el trabajo que están realizando los profesionales sanitarios, y acogemos con confianza las disposiciones de nuestras autoridades para paliar esta epidemia hasta su erradicación. Estos días se multiplican, con razón, las indicaciones, sugerencias y normas para afrontar el estado de emergencia sanitaria provocado por la epidemia; todo es necesario para buscar el bien de las personas y la pronta desaparición de este mal. Pero creo que esto no es suficiente; como creyentes debemos volver nuestra mirada a Dios, Padre nuestro, para pedir por los enfermos y por los que han muerto a causa de este virus; además de implorar que aparte de nosotros este mal y nos conceda la salud para que podamos vivir una vida en paz. Por otra parte, es este un buen momento para mirar a nuestra propia vida y descubrir dónde está lo esencial. Con frecuencia nos afanamos en tantas cosas, nos enfrentamos por otras, hacemos de lo relativo algo esencial, y lo esencial lo relativizamos. Es tiempo de recordar que somos vulnerables, más de lo que creemos; que necesitamos la fuerza de Dios para caminar en esta vida; que no podemos dejar de lado el consuelo y la fortaleza del sentido que no da saber que somos hijos de Dios, “que en la vida y en la muerte somos del Señor”. Ahora, más que nunca, necesitamos renovar nuestra confianza en Dios, recobrar la esperanza en sus promesas, reavivar en nosotros el don de la caridad. El miedo está siendo otro virus que nos paraliza, desechemos este miedo. No nos encerremos en nosotros, en nuestro bien, abrámonos al bien de los demás, practiquemos la caridad con los que están pasando un mal momento. Por todo esto, pido a todos los fieles de la Diócesis que intensifiquéis la oración en favor de los enfermos y sus familiares, como también por los difuntos. Os propongo algunas indicaciones: En las misas, háganse peticiones en el momento de la Oración de los fieles, que pueden terminar con la oración que proponemos más adelante. Aquellos que rezan la Liturgia de las Horas, hagan una petición por esta intención en Laudes y Vísperas. En los lugares donde hay adoración eucarística eleven preces especiales pidiendo el fin de la epidemia, y por los enfermos y difuntos. Podemos ofrecer el rezo del Santo Rosario por estas mismas intenciones con la confianza de que la intercesión de la Virgen es siempre poderosa. Cada uno en su oración personal ponga ante el Señor la situación que vivimos, y pida el don de la confianza y la esperanza. Os propongo esta oración que podéis hacer particular o comunitariamente: “Dios omnipotente y misericordioso, mira compasivo nuestra aflicción, alivia las fatigas de tus hijos y confirma su fe, para que siempre confíen sin vacilar en tu paternal providencia. Sostén a los enfermos y concédeles la salud, y a los difuntos dales la vida eterna. Te lo suplicamos por intercesión de María, salud de los enfermos”.
Pido a los sacerdotes, como nos ha recordado el Papa Francisco, que acompañen a los enfermos y sanitarios, llevándoles la fuerza de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Inviten a los fieles a mirar a Dios en la oración, y comuníquenles las orientaciones de esta carta.
A las religiosas contemplativas les pido que intensifiquen su oración y su ofrecimiento por esta intención. A la Madre del Señor, Santa María, encomendamos nuestra vida y le pedimos nos proteja de todo mal. Con mi afecto y bendición. + Ginés, Obispo de Getafe